"SEÑOR, ENSÉÑAME A REZAR"



I. ORAR, ¿ES FÁCIL O DIFÍCIL?

Tú ¿qué respondes?
Mi respuesta te la daré con estas dos "parábolas".


1. LA SILLA VACÍA

El anciano estaba gravemente enfermo. Fue a verlo un sacerdote. Al entrar en la habitación advirtió junto al anciano una SILLA VACÍA. El sacerdote, al acabar la conversación e intrigado por la presencia de la SILLA VACÍA, no quiso marcharse sin preguntar al anciano si le hacía algún servicio. El buen hombre le contestó con una débil sonrisa. - Pienso que en ella ha estado sentado Jesús y hablo con Él. Hace años me era difícil rezar. Hasta que una persona amiga me descubrió que la oración consiste en hablar con Jesús. Así que ahora me imagino que es Jesús el que está sentado en la silla a mi lado. Le hablo, le escucho y pienso en lo que me dice. Desde entonces jamás se me ha hecho difícil orar. Unos días después, la hija del anciano comunicaba al sacerdote la muerte de su padre con estas palabras : - Lo dejé solo un par de horas. Al volver a su habitación, lo encontré muerto con la cabeza apoyada en la silla que tenía siempre al lado de su cama.


Reflexión :
Esta sencilla parábola me ha hecho pensar en aquella canción : "Un nuevo sitio disponed para un Amigo más ...". ¿En qué te hace pensar a tí?
Por ejemplo :
Orar es cosa de amor, de amistad, de Fe.
Cuando se tiene muy presente a Dios, cualquier cosa (silla vacía) me remite a Él.




2. SE NECESITA AGUA

(Santa Teresa de Jesús en su autobiografía explica el proceso de aprendizaje de la oración con esta parábola) :

El dueño de unas tierras tenía una parcela muy pobre. Un día llamó a uno de sus empleados y le confió aquel trozo de terreno para que lo convirtiera en un huerto fértil. El mismo amo arrancó las malas hierbas y sembró buenas semillas. El trabajo del hortelano consistía en regar y cuidar las plantas. Al principio el hortelano tenía que regar sacando agua de UN POZO. Era un trabajo cansado y paciente. Le venían con frecuencia ganas de dejarlo. Pero por no defraudar a su señor, que se lo había confiado, seguía adelante. El dueño valoraba este trabajo. Para hacerlo más llevadero el amo instaló UNA NORIA. La abundancia de agua la notaron las plantas y el trabajo mucho más llevadero del hortelano. Hay que decirlo todo : alguna vez se estropeó LA NORIA y hubo que volver a sacar a mano agua DEL POZO. Los beneficios logrados los invirtió el amo en hacer llegar hasta la finca UN ARROYO. Ahora el trabajo era fácil y descansado. Los frutos eran cada vez más y de mejor calidad. Un buen día es el agua de LA LLUVIA la que cae generosa y sin ningún esfuerzo sobre todas las plantas del huerto. Es tal la cantidad de flores y frutos que el hortelano puede repartir a los demás a manos llenas.


Reflexión :
¿Qué te dice esta parábola de Santa Teresa, una gran orante? He aquí algunas pistas de respuesta, añade otras :
- Una oración bien hecha cambia la vida, se nota en los "frutos".
- Es cosa de cada día.
- Dios, poco a poco, va dejando sentir su presencia.
- Pequeños frutos de la oración se pueden notar enseguida.

¿En cuál de esas "etapas" (pozo-noria-arroyo-lluvia) crees estar tú? Coméntalo.

Desde estas dos sencillas "parábolas", ¿qué "definiciones" podrías dar de ORACIÓN? Por ejemplo :
- Dejar que Dios "fertilice" tu vida ...
- Tener a Jesús como "confidente" ...



II. ¿QUÉ ES ORAR?

Así responde a esta pregunta un poeta creyente : sacerdote salesiano y misionero en la India, muerto hace pocos años :

" ... rezar es departir con el Maestro,
es echarse a sus plantas en la hierba
o entrar en la casita de Betania (Marta y María)
para escuchar las charlas de su cena;
rezar es informarle de un fracaso,
decirle que "nos duele la cabeza";
rezar es invitarle a nuestra barca
mientras la red largamos a la pesca,
y mullirle una almohada
sobre un banquillo en popa a nuestra vera;
y, si acaso duerme,
no aflojar el timón mientras Él duerma;
y es rezar - ¡qué rezar! - decir "te quiero",
y lo es - ¡no lo iba a ser! - decir "me pesa",
y el que "quiero ver" del ciego,
y el "límpiame" angustioso de la lepra,
las lágrimas sin verbo de la viuda,
y el "no hay vino" de Caná de Galilea;
y es oración con la cabeza gacha,
después de un desamor gemir : "¡qué pena!";
cualquier sincero suspirar del alma,
cualquier contarle a Dios nuestras tristezas,
cualquier poner en Él nuestra confianza ...
- y esta vida está llena de "cualquieras" -
todo tierno decir a nuestro Padre,
todo es rezar ... ¡¡¡y hay gente que no reza!!!

José Luis Carreño


Reflexión
Relee de nuevo este poema, expresión de lo que es orar para un cristiano. ¿Qué es orar para este creyente?
Pensando en tus experiencias de oración, comenta las expresiones de José Luis con las que te sientes más identificado.



COMENTARIO RESUMEN

Orar es "hablar con el Maestro, con el Amigo". Saber que le hablo y Él me escucha. Esto no quiere decir "le digo algo y hará lo que yo quiera", "me seguirá la corriente". Dios no es un juguete en nuestras manos, no está ahí para hacer nuestra voluntad; al contrario, somos nosotros los que estamos aquí para hacer la suya o, al menos, para intentarlo con la mayor honestidad posible y por amor-amistad, no por obligación.
El que vaya a la oración pensando que va a manipular a Dios (y hay gente que, consciente o inconscientemente, lo hace así) lo tiene claro, más vale que lo deje. Pero eso sí, Dios escucha siempre y, lo que es más, hará siempre lo que sea mejor para nosotros; (aunque, a veces, lo hará por caminos incomprensibles para nosotros).
Dios también habla y lo hace de muy diferentes maneras, lo que pasa es que hay que saberlo escuchar. Para oir a Dios hace falta tener mucha sensibilidad. Hace falta que estemos abiertos para escuchar SU mensaje, el que nos quiera contar, y no esperar que Él nos haga NUESTRO discurso, el que nos gustaría oir, como si le hubiéramos pasado una "chuleta" de antemano.
Dios habla al interior por medio de emociones, sentimientos, inquietudes, ... que debemos meditar sin prisa y con paz. ¿Qué debo hacer ante este problema o ante esta situación? ¿Dónde me necesitas, Señor? ¿Qué quieres de mí? Él nos responderá, a su tiempo, cuando lo crea conveniente, cuando sea mejor para nosotros, a través de pequeños gestos ... pero nos lo dirá. Hay que ponerse en la onda de Dios.
Dios nos habla también por los acontecimientos exteriores (personas, hechos, problemas, testimonios, etc...). Debemos estar con los ojos y los oídos bien abiertos.



III. ¿CÓMO ORAR?

Estos son los "elementos" que componen todo momento oracional completo. A toda oración no le debería faltar ninguno de estos "pasos" (unas veces se intensificará más uno que otro).

1. La preparación (externa e interna) a la oración.

Busca un lugar apropiado. Elige la postura mejor. Serena el espíritu y "relájate"; solemos venir del ruido y del ajetreo, y la oración es contraria a la prisa. Al comienzo esta preparación puede llevarte bastante tiempo. No importa. Este tiempo, que puede parecer perdido, será recuperado con creces más adelante. Hay cosas que te pueden ayudar : un icono-imagen, una luz, música ambiental, el control de la respiración, la postura, etc ...

2. El "contar con Dios".

Se trata de ponerse en la presencia de Dios. Hacerse consciente de que estoy con Él; que le voy a hablar y me va a oir; que me va a hablar aunque no siempre me sea fácil entenderle. Preparar mi corazón y mi mente (cabeza y corazón, pensamientos y afectos) para encontrarme con Él. Dios sale al encuentro y entra en nuestra vida "de puntillas", sin hacer mucho ruido ... no en plan prepotente, ni de "superman".
Se necesita mucha fe y profundidad, mucho silencio y escuchar para percibirle. Te puede ayudar alguna invocación como éstas : "Señor, que te vea", "Señor, abre mis oídos", "Señor, que sienta tu presencia".

3. Presentarse a Dios.

Se trata de presentarse ante Dios tal como uno es y tal como uno está; contarle una y mil veces la propia vida (aunque sean las mismas cosas), como a la madre, o a un amigo. "Señor, soy Ana". Así de sencilla es la oración de una creyente, narrada en un libro que se ha hecho célebre. "Señor, soy .......... ". ¡Cuántas cosas de nuestra vida podemos contar a Dios! Interrogantes que buscan una aclaración, momentos gratos de los que dar gracias, "enfermedades" que curar, decisiones vocacionales necesitadas de generosidad y fe, traiciones que llorar como Pedro, trabajos que ofrecer, dudas a las que poner luz y "muertes" a las que dar vida, ...

4. Escuchar a Dios.

Es lo más original e importante de la oración cristiana. Porque Dios siempre "habla" primero, nos sale al encuentro. Recuerda cómo llamó a Abrahám y le pidió salir de su tierra; cómo Jesús se encontró con la samaritana que iba a buscar agua y le invitó a cambiar de vida; se adelantó a invitarse a casa de Zaqueo que sólo quería verle de lejos ... Dios nos habla. Su gran palabra es Cristo Jesús. Se trata, pues, de "sintonizar" con Él, de escucharle.
Esta escucha no es fácil; hay interferencias y ruidos de otras voces. Se trata de "conocer" e "identificar" la voz de Jesús para no confundirla con otras. De ahí la necesidad de familiarizarse con SU PALABRA que nos da el EVANGELIO. El Evangelio meditado y orado me llevará a familiarizarme con la voz de Dios y a saberla descubrir allí donde Él me habla (en la naturaleza, en las personas, en los acontecimientos, en los pobres, etc ...). Sería, por decirlo con una imagen, el "diccionario" con el que debo traducir e interpretar la vida y la historia. Una buena forma de orar es leer un texto del Evangelio, comprenderlo, repensarlo, sentirlo como propio metiéndose en alguno de sus personajes, dejarse iluminar la propia vida por él e intentar llevarlo a la vida.

5. Responder a Dios.

Todo diálogo supone una respuesta. Dios me ha dirigido su palabra, yo le respondo abriéndome a Él.

- Aquí y ahora : La Palabra de Dios no es sólo un pasado. Lo que he leído se hace actual en mí aquí y ahora. Por eso me meto dentro de la palabra, ilumino con ella mi vida de cada día, expreso ante el Señor los sentimientos que suscita, me dejo interpelar por ella ... Todo ello me lleva a mantener un diálogo personal con Jesús, un diálogo de amigos, como el que tenía el Señor con sus discípulos.

- Y en la vida : "A Dios rogando", dice el refrán castellano y añade : "y con el mazo dando". Oración y acción, contemplación y lucha, Dios y hermanos, Fe y Vida ... no se pueden separar, deben ir íntimamente unidas. Son como los dos movimientos de un mismo corazón, como las dos manos de una misma persona. Por eso la respuesta debe concretarse en un compromiso. La llamada de Jesús se hace en mí una urgencia, una invitación a la que no puedo permanecer indiferente. "¿Qué quieres, Señor, que haga?".

6. Conclusión de la oración.

El momento oracional debe "acabar" AGRADECIENDO a Dios este encuentro, los sentimientos tenidos; PIDIENDO su fuerza, su gracia para vivir los buenos deseos que la oración nos ha despertado y COMPROMETIÉNDOTE, con su ayuda, a prolongar la oración en la vida.

La oración "no acaba", continúa. La respuesta de la vida y con la vida a las insinuaciones e invitaciones que Dios me ha hecho en el momento de oración es también oración. Si antes hemos orado "hágase tu voluntad" ahora decimos "voy, con tu ayuda a hacer tu voluntad". La vida es la "prueba de fuego" a la autenticidad de mi oración. Yo mismo puedo saber si mi oración ha sido pura evasión o ha sido auténtica : "por sus obras (frutos) los conoceréis".



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